Vuelvo con una reflexión y un cambio en mi forma de trabajar en la fotografía: Disparar en RAW+JPG.
Ya en una entrada anterior hablé sobre las múltiples bondades sobre el formato RAW asi como sus diferencias con el JPG, aunque tampoco quiero menospreciar a la gente que tire las fotos directamente en JPG. Solo que he pasado de usar solo RAW a usar también en JPG.
Originariamente yo solo hacía las fotos en RAW. Esto se debía principalmente a que me resultaba tedioso ir configurando explicitamente para que la foto saliese lo mejor posible en JPG. Me resultaba más fácil y un ahorro de tiempo hacer la foto en RAW y luego retocar lo necesario para pasarlo luego a JPG.
Pero claro, ya llevo prácticamente 2 años con la cámara. En estos dos años ha habido una mejoría creo que sustancial. Entre otros aspectos, en lo relativo a la hora de configurar la cámara.
Pero me había habituado a no molestarme del todo a la configuración total de la cámara, porque se me había calado el concepto de «ya corregiré en edición».
Y es por ello por lo que últimamente me estoy dedicando a hacer las fotos en RAW y JPG. Por un lado me esfuerzo a configurar 100% la cámara lo mejor posible. Si el JPG resultante es satisfactorio, me ahorro la edición. Y mantengo también la foto en RAW por si hubiese detalles a mejorar tengo el RAW a mano para hacerlo.
Al final se trata de salir de la zona de confort.